
“Wicked”, dirigida por Jon M. Chu, no es solo un espectáculo visual y musical basado en el aclamado musical de Broadway, se siente como una profunda alegoría sobre los prejuicios y la percepción del bien y el mal. Con Cynthia Erivo y Ariana Grande en los papeles principales, esta obra, adaptada de la novela Wicked: Memorias de una bruja mala de Gregory Maguire, se posiciona como una de las películas más esperadas del año.
Wicked invita al público a replantearse cómo vemos a los demás y a reflexionar sobre las historias que damos por sentadas.
Elphaba: Más allá de la etiqueta de “villana”
En el corazón de Wicked está Elphaba, un personaje pintado tradicionalmente como la villana en el universo de El Mago de Oz. Sin embargo, esta película nos recuerda que no todo es lo que parece y que solo es el villano de una historia con muchos matices. Desde sus orígenes en Munchkinland, Elphaba ha sido marginada, no solo por su inusual color verde, sino también por las circunstancias de su nacimiento y las expectativas de su entorno. El viaje de Elphaba está cargado de emociones que resuenan con las experiencias modernas: el rechazo, el aislamiento y la lucha por pertenecer.
En un mundo donde los prejuicios pesan más que los hechos, Elphaba es una figura que simboliza la incomprensión que enfrentan quienes son diferentes. La película destaca cómo su «maldad» es más bien el resultado de malentendidos y de una sociedad que castiga lo que no encaja en su molde.Este enfoque humaniza a Elphaba y ofrece una perspectiva sobre los conceptos de heroísmo y villanía. La relación entre Elphaba y Glinda, su opuesta en casi todos los sentidos, añade profundidad a la historia. Ambas mujeres representan las complejidades de las elecciones morales y la influencia del entorno en sus decisiones.

La magia de Wicked no solo radica en su guion, sino también en su deslumbrante puesta en escena.
La Ciudad Esmeralda, con su brillo casi cegador, esconde secretos oscuros que la película desvela de manera magistral. Los detalles del vestuario, barroco y extravagante, y la escenografía que alterna entre lo majestuoso y lo sombrío, transportan al espectador a un mundo donde lo fantástico y lo real se entrelazan. La música de Stephen Schwartz, una pieza fundamental del musical original, mantiene su poder en la adaptación cinematográfica.
Cada canción es un reflejo de los estados emocionales de los personajes, desde la pretenciosidad de Glinda hasta la introspección de Elphaba. La película logra que estas melodías no solo complementen la narrativa, sino que también se conviertan en vehículos de expresión que conectan con el público. Además, los efectos visuales y los juegos de luz y sombra refuerzan el mensaje central de la película: el bien y el mal no son absolutos, y el mundo está lleno de matices.
Las explosiones mágicas y los momentos de tensión subrayan la lucha interna de Elphaba y el miedo que su poder desata en quienes no la entienden.
Un mensaje ya conocido
En una época marcada por la polarización y los juicios rápidos, Wicked llega como un recordatorio de la importancia de la empatía y el cuestionamiento de las apariencias. La película no solo narra la historia de Elphaba y Glinda, sino que también aborda temas universales como el rechazo a lo diferente, los prejuicios sistemáticos y las complejidades de la moralidad. Elphaba simboliza a todas aquellas personas que, por su apariencia, ideas o simplemente por ser quienes son, son etiquetadas como “malas” o “extrañas”.
A través de su viaje, la película invita al espectador a mirar más allá de las primeras impresiones y a reflexionar sobre cómo nuestras acciones y decisiones afectan a quienes nos rodean. El universo de Oz, con sus animales parlantes que enfrentan la extinción y la opresión, funciona como un espejo de las injusticias de nuestro propio mundo. La película, con sus alegorías, no solo entretiene, sino que también abre un espacio para el diálogo y la introspección.
Wicked no es solo un musical deslumbrante; es una obra que combina espectáculo, emoción y reflexión en un paquete inolvidable. Con una narrativa que desentraña las complejidades humanas y un diseño visual que deja sin aliento, esta película merece ser vista en la pantalla grande.
Para quienes buscan algo más que entretenimiento, Wicked ofrece una experiencia que invita a reconsiderar nuestras propias historias y prejuicios. Sin duda, es una propuesta imperdible para una generación que valora tanto la estética como el contenido.
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