
Vivimos una época fascinante para el cine de terror, especialmente dentro del género slasher, donde ha surgido una tendencia peculiar: tomar franquicias infantiles que han ingresado al dominio público y transformarlas en películas de terror, a menudo con un tono grotesco y surrealista. Cualquier personaje que alguna vez provocó risas y alegría en la infancia de los ahora adultos puede convertirse, de la noche a la mañana, en el próximo éxito de bajo presupuesto.
En este contexto, era inevitable que, tan pronto como los derechos de la primera aparición de Mickey Mouse quedaran libres, surgiera una competencia entre productoras independientes por lanzar su propia versión retorcida del icónico ratón. Algunas lo hacen por puro morbo comercial, mientras que otras podrían interpretarlo como una forma de protesta o resignificación cultural.

En esta ocasión, tuvimos la oportunidad de ver Screamboat: La Masacre del Ratón, la primera de varias películas anunciadas con esta premisa en llegar al público. Probablemente sea también la de mayor presupuesto, ya que está producida por el equipo detrás de Terrifier 2 y 3, así como de The Mean One (un filme de terror basado en El Grinch). Dirigida por Steven LaMorte y distribuida en México por Imagen Films, la cinta prometía ser un hito dentro de este incipiente subgénero.
¿De que va Screamboat: La Masacre del Ratón?
Un paseo nocturno en barco se convierte en una lucha desesperada por la supervivencia en las aguas de Nueva York cuando un ratón se manifiesta como una monstruosa realidad. ¿Podrá un grupo de turistas escapar del ataque de esta criatura asesina?

Sobre la Película
A primera vista, Screamboat parece tener todos los ingredientes para triunfar entre los fanáticos del terror bizarro. Sin embargo, ¿realmente lo logra?
Lamentablemente, aunque la premisa es atractiva y relativamente sencilla de ejecutar, la película comete varios errores que afectan su calidad. Como mencioné antes, múltiples estudios se apresuraron a crear su propia versión del personaje, y esta urgencia terminó por perjudicar el resultado final.
Problemas Narrativos y de Guion
Uno de los mayores inconvenientes es la excesiva cantidad de referencias a Disney. Desde películas clásicas hasta atracciones de los parques temáticos, el filme está repleto de chistes y juegos de palabras en inglés que, desafortunadamente, se pierden en la traducción o resultan incomprensibles para el público latinoamericano, especialmente para quienes no están familiarizados con la cultura Disney.
Otro punto débil es el desarrollo de los personajes. Hay demasiados, y el guion salta constantemente entre más de diez individuos sin otorgarles profundidad. Apenas logramos interesarnos por alguno, y en ocasiones ni siquiera queda claro quién es el protagonista, ya que no hay una figura central consistente o con suficiente tiempo en pantalla para generar empatía.

Ritmo y Continuidad: Fallos Técnicos Notorios
El ritmo es otro problema grave. La película se siente estática, con escenas de diálogo innecesariamente largas y poco desarrollo. Las secuencias de asesinatos, que deberían ser impactantes o al menos entretenidas, quedan opacadas por intervalos tediosos. Aunque el metraje no supera las dos horas, la estructura dispersa y la falta de dirección hacen que se sienta mucho más larga.
En cuanto a la continuidad, parece que se eliminaron escenas clave. En varias ocasiones, se hace referencia a eventos que nunca vimos o se muestran consecuencias sin contexto alguno. Además, hay errores visuales evidentes, como heridas que desaparecen y reaparecen entre tomas, lo que rompe la inmersión para los espectadores más atentos.

El Villano: Una Oportunidad Desaprovechada
El personaje de Willie, interpretado por David Howard Thornton, es otro aspecto decepcionante. Aunque el actor intenta replicar el éxito de su icónico papel como Art the Clown en Terrifier, lo hace de manera tan similar que su interpretación carece de identidad propia. Busca emular el estilo caricaturesco que Jim Carrey logró en La Máscara, pero sin el carisma ni el dinamismo físico necesario. El resultado es un villano que se siente más como una copia deslucida de su anterior trabajo que como una creación original.

¿Vale la Pena Verla?
Screamboat: La Masacre del Ratón tiene una premisa interesante y un esfuerzo de producción notable, pero la prisa por ser la primera en estrenarse entre sus competidores le jugó en contra. Podría argumentarse que el absurdo es parte fundamental de su encanto y que no debe tomarse demasiado en serio. Sin embargo, el mayor pecado de esta película no es su excentricidad, sino su incapacidad para mantener al público entretenido.
Si eres fanático del terror bizarro o te intriga la idea de ver una reinterpretación macabra de un ícono infantil, quizá encuentres algún valor en ella. No es completamente desechable, y con una secuela ya anunciada, existe la posibilidad de que los errores se corrijan en futuras entregas. Después de todo, nada es perfecto desde el inicio, y con más tiempo de desarrollo, esta franquicia podría mejorar.
En conclusión, Screamboat: La Masacre del Ratón es un experimento fallido, pero no del todo carente de méritos. Si decides darle una oportunidad, hazlo con expectativas moderadas y, quizá, con un poco de ironía.
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