
Hombre Lobo de Leigh Whannell, director de la aclamada «El hombre invisible», regresa con una propuesta de terror que mezcla el body horror con el género de home invasion. Estrenada el 17 de enero de 2025, esta película prometía una renovación en la narrativa clásica de los licántropos. Si bien entrega una experiencia intrigante en ciertos aspectos, también deja varios hilos sueltos que impiden que alcance su máximo potencial.
Una Introducción que tarda demasiado
Desde el inicio, Hombre Lobo arranca lento, bien pudo usar su tiempo para mejorar la trama en sus escenas de suspenso y mejorar la historia detrás de sus personajes. La trama nos lleva a conocer a Blake (Christopher Abbott), quien hereda la aislada casa de su infancia en un valle de Oregón tras la misteriosa desaparición de su padre. Decidido a salvar su matrimonio con Charlotte (Julia Garner) y estrechar la relación con su hija Ginger (Matilda Firth), Blake convence a su familia de pasar el verano en este entorno rural. Pero el viaje pronto toma un giro oscuro cuando una criatura salvaje los ataca, desencadenando eventos que los obligan a luchar por sobrevivir.
La película brilla al plasmar un entorno claustrofóbico. La casa, con su decoración taxidermista y su ubicación inhóspita, se convierte en un personaje más, intensificando la tensión. Leigh Whannell maneja con maestría los movimientos de cámara, utilizando encuadres ajustados y transiciones abruptas para mantener al espectador al borde del asiento.
Un Giro en la Mitología del Hombre Lobo
En lugar de recurrir a la clásica transformación bajo la luz de la luna llena, Whannell introduce una versión innovadora: la licantropía como una enfermedad transmisible a través de heridas. Este enfoque permite explorar temas como la pérdida de humanidad y el doloroso proceso de transformación. Los efectos especiales prácticos son un punto fuerte; las metamorfosis progresivas de Blake, llenas de detalles grotescos, evocan el estilo de David Cronenberg y destacan por su creatividad.
Un aspecto particularmente interesante es la perspectiva del hombre lobo. A través de los ojos de Blake, el público experimenta cómo se agudizan sus sentidos y cómo se distorsiona su percepción de la realidad, un toque innovador que otorga profundidad al personaje y al conflicto interno que enfrenta.
Actuaciones y Relaciones que Quedan a Deber
Desafortunadamente, las interpretaciones no logran el mismo impacto. Julia Garner, a pesar de su talento, no encaja del todo como Charlotte. Su falta de química con Christopher Abbott resta credibilidad a las tensiones matrimoniales que la trama busca explorar. Matilda Firth, en el papel de Ginger, aporta un toque de inocencia y vulnerabilidad, pero su desempeño también se ve opacado por un guion que no profundiza lo suficiente en las relaciones familiares.
El intento de Whannell por abordar temas como la dinámica paterno-filial y las dificultades en la crianza queda superficial. Aunque el drama familiar sirve como base para los eventos terroríficos, carece de la carga emocional necesaria para resonar verdaderamente con el espectador.
Entre Logros y Clichés
A pesar de sus aciertos técnicos, Hombre Lobo no logra escapar de los tópicos del género. La narrativa recurre con frecuencia a situaciones previsibles: el vehículo que no arranca, los personajes que toman decisiones cuestionables y el clásico «corre que te atrapo» entre el monstruo y sus víctimas. Además, la película deja muchas ideas sin desarrollar, como los orígenes del virus conocido como «Rostro de Lobo» y su impacto en la región.
El ritmo también se ve afectado por un guion que parece apresurado. Con una duración de apenas 103 minutos, la historia no alcanza a explorar a fondo los conflictos que plantea, dejando al espectador con la sensación de que faltan piezas en el rompecabezas.
Hombre Lobo es una película que divide opiniones. Por un lado, ofrece un enfoque fresco al mito del licántropo y destaca por sus efectos prácticos y su atmósfera inquietante. Por otro, su guion apresurado, las interpretaciones desiguales y el uso excesivo de clichés impiden que alcance el nivel de otras obras de Whannell. Sin embargo, para los fanáticos del terror que buscan una experiencia entretenida y visualmente impactante, esta entrega merece una oportunidad.
Leigh Whannell demuestra que sigue siendo un maestro en la creación de suspenso, pero también deja en claro que no todas las apuestas pueden ser ganadoras. Quizás en su próxima obra encuentre el equilibrio perfecto entre innovación y narrativa. Mientras tanto, Hombre Lobo se mantiene como una adición interesante, aunque imperfecta, al género del horror.