
El Brutalista no es una película cualquiera. Es de esas cintas que te atrapan desde el primer fotograma y no te sueltan hasta el final. Dirigida por Brady Corbet, esta película es una mezcla explosiva de drama histórico, reflexiones profundas y una estética visual que te deja con la boca abierta. Si te gustan las historias que te hacen pensar y que no te dan todo masticado, esta es para ti.
Una historia de migración y sueños rotos
La trama de El Brutalista nos lleva a las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, siguiendo la vida de László Tóth, un arquitecto judío que huye de los horrores del nazismo para intentar empezar de cero en Estados Unidos. Con la ayuda de su primo Attila, László se sumerge en el mundo de la arquitectura, pero pronto descubre que el sueño americano no es tan idílico como parece.
La película explora temas como la migración, la xenofobia y la lucha por mantener tu identidad en un mundo que te rechaza. A través de László, vemos cómo la búsqueda de un hogar puede convertirse en una batalla constante contra la incomprensión y el prejuicio. Y aunque la historia está ambientada en el pasado, te das cuenta de que muchas de estas luchas siguen vigentes hoy en día.

Visuales que son puro arte
Si hay algo que destaca en El Brutalista, es su estética. Cada escena está tan cuidadosamente diseñada que parece una pintura en movimiento. La fotografía es hipnotizante, con colores y texturas que te transportan a otra época. Es como si la película te invitara a un viaje visual donde cada plano tiene un significado profundo.
Pero no es solo para presumir de buen gusto. Estos elementos visuales refuerzan los temas de la película. Por ejemplo, la opulencia de los escenarios contrasta con la crudeza de las emociones de los personajes, recordándonos que, incluso en un mundo de aparente prosperidad, las cicatrices del pasado nunca desaparecen del todo.
Además, hay escenas que parecen sacadas de un sueño. Es como si el director quisiera que te sintieras desorientado, igual que el protagonista, mientras intenta encontrar su lugar en un mundo que no lo acepta del todo.
Algunos tropiezos en el camino
Aunque El Brutalista es una película que impresiona, no es perfecta. Para empezar, dura casi cuatro horas, y en algunos momentos se siente un poco larga. Hay escenas que, aunque son visualmente impresionantes, no aportan mucho a la trama. Si eres de los que prefieren las películas más dinámicas, esto podría sacarte un poco de la historia.
Otro punto que genera debate es cómo la película aborda ciertos temas históricos. Por ejemplo, menciona a Israel como un refugio seguro para los judíos, pero no toca el conflicto palestino-israelí. Esto puede parecer una omisión importante, especialmente en un contexto donde ese conflicto sigue siendo relevante.
Y luego está el tema de los opioides. La heroína juega un papel importante en la trama, pero parece que sus consecuencias desaparecen mágicamente. Es un poco raro, sobre todo en una película que se toma tan en serio sus temas.

Una película que te deja pensando
A pesar de sus defectos, El Brutalista es una de esas películas que te dejan con ganas de hablar y reflexionar. No es una cinta ligera, pero si estás dispuesto a sumergirte en una historia compleja y emocionalmente intensa, te va a encantar.
Lo que más me gusta de esta película es cómo logra conectar el pasado con el presente. A través de László, vemos las luchas que enfrentan los migrantes, los artistas y cualquiera que busque su lugar en el mundo. Es una historia que te hace pensar en las desigualdades que todavía existen y en cómo el pasado sigue influyendo en nuestro presente.
En resumen, El Brutalista es una película que no te deja indiferente. Con una narrativa ambiciosa, una estética impresionante y actuaciones que te rompen el corazón, es una de esas cintas que tienes que ver al menos una vez en la vida. Eso sí, prepárate para una montaña rusa de emociones y para salir del cine con mil cosas en la cabeza.
Si te gustan las películas que te desafían y te hacen pensar, El Brutalista es para ti. ¡No te la pierdas!
